Actualmente, con el incremento de personas que siguen el veganismo y la actual correlación encontrada entre la carne roja y el desarrollo de diferentes tipos de cáncer, mucha gente ha disminuido en gran medida o incluso ha eliminado el consumo de carne de su dieta (que en muchos casos ya era bajo de por sí).
Esto, que puede parecer positivo para muchos de ellos, quizá no lo sea tanto, ya que evitar el consumo de carne puede llevar a deficiencias en el consumo de nutrientes, un descenso del volumen del cerebro, fatiga o confusión.
Conoce cuáles son los principales mitos vertidos sobre el consumo de carne y descubre si realmente es tan malo consumir carne o, si por el contrario, es un alimento que no debería faltar en ninguna dieta.
Los mitos sobre la carne
Desde hace mucho tiempo se ha culpado a la carne de;
- Aumentar el colesterol, lo cual se ha demostrado que no es cierto, y que los niveles de colesterol corresponden más a los factores genéticos que a los nutricionales.
- Causar obesidad, algo que tampoco tiene sentido puesto que la obesidad se genera a partir de la adquisición de hábitos relacionados con un consumo excesivo de calorías, y estas calorías provienen de todos los alimentos que ingerimos, no únicamente de la carne.
- Aumentar la presión sanguínea, un mito que no tiene una base científica estable.
Además, lo que quizá no se ha tenido en cuenta es que durante dos millones de años hemos consumido carne como alimento principal, y los casos de obesidad han aumentado conforme lo ha hecho la industria alimentaria, conforme más variedad de productos hemos tenido para elegir, y sin duda, lo peor de todo esto, conforme más desinformados hemos estado con respecto a lo que consumimos.
Por lo tanto un consumo de carne racional no va a llevar a sufrir ninguno de estos síntomas. El problema viene cuando su consumo es excesivo.
¿Por qué debemos comer carne?
Mientras que los alimentos ricos en carbohidratos generan en nuestro organismo la secreción de un pico de insulina necesario para bajar los niveles de azúcar en sangre (e introducirla en muchas ocasiones en nuestras reservas de tejido adiposo), este pico es menor si consumimos carne, ya que esta ayuda a mantener los niveles de azúcar estables a causa de su contenido de grasas y proteínas.
Esto es clave en la prevención de diabetes tipo 2 (la que se adquiere a partir de malos hábitos) y en la de la obesidad. Además, unos niveles estables de glucosa pueden traducirse de forma indirecta en una pérdida de peso, ya que esto impedirá que sintamos la necesidad de darnos un atracón, y de esta forma nos será más fácil controlar lo que comemos.
Otro de los motivos por los que debemos consumir carne es el relativo a la construcción de músculo. La calidad de una proteína se determina por su valor biológico, que supone tanto la digestibilidad de la misma como la cantidad de aminoácidos esenciales (estructuras que forman las proteínas y nuestro organismo es capaz de sintetizar por su cuenta) que la forman.
Las proteínas de la carne, aunque son superadas por las del huevo y las del pescado, tienen un gran valor biológico, y rechazar una fuente de proteínas de alto valor biológico sería algo que para nada nos ayudaría a desarrollar las fibras que componen nuestros músculos.
Es innegable además que la carne es una buena fuente de hierro, cinc y creatina, un compuesto que mejora la síntesis proteica y nos ayuda a sintetizar energía, lo cual es otro de los argumentos a favor del consumo de carne.
Por último, y no con la intención de degradar a la alimentación vegetariana ni de establecerla como causa principal, según un estudio de la Universidad de Graz (Austria), los vegetarianos son casi tres veces más propensos a sufrir depresión, ansiedad y trastornos alimentarios que los sujetos que consumen carne.
Conclusión
Una dieta sana siempre debe incluir alimentos de todo tipo, incluso aquellos procesados, pero todos los alimentos deben tener una regulación, realizándose un consumo adecuado de ellos.
Por lo tanto, un consumo excesivo de carne no es apropiado, pero tampoco es apropiado el hecho de no consumirla. La tolerancia a ciertos alimentos es un factor de evolución, y ningún alimento debería dejar de consumirse excepto en determinadas patologías. Lo más importante es ser consciente de la alimentación que escogemos y de cómo ésta nos puede afectar en nuestra salud y calidad de vida.
Referencias
- Kadya Araki, Why All Humans Need to Eat Meat for Health, para BreakingMuscle [Revisado en noviembre de 2015].