¿Alguna vez has escuchado esa creencia de abuela según la cual cruzar los dedos te mantiene a salvo de las mentiras y las influencias del mal? Incluso si no crees que sea verdad, seguramente habrás cruzado una o dos veces los dedos tras la espalda antes de decir alguna mentirijilla.
En la sociedad actual, pese a la modernización y la constante producción de conocimiento —enemigo directo de la superstición—, muchas de estas creencias se mantienen. En el mundo del fitness también existen muchas de estos mitos falsos, aun cuando en primera instancia ya parecieran tener incluso bases científicas.
Te invitamos a comenzar este año libre de mitos. Te traemos 10 hábitos supuestamente saludables que debes abandonar.
10 hábitos supuestamente saludables que debes abandonar
1. Comer solamente alimentos bajos en grasa
Las grasas no siempre son malas, pero hay toda una serie de condiciones que se aplican.
Si nos fijamos bien, en los antecedentes están las respuestas. En 1990, el USDA (United States Lifesaving Association) publicó una serie de recomendaciones para bajar de peso, entre ellas, la de consumir solamente alimentos bajos en grasa. ¿Qué sucedió? Millones de estadounidenses comenzaron a llenar sus despensas con alimentos libres de grasa, en lugar de los regulares y redujeron la ingesta de alimentos cremosos. Nada de esto produjo un cambio significativo.
El secreto de las grasas es identificar su tipo y consumirlas de forma proporcionada, pues el cuerpo las necesita todas. Alimentos como las nueces, el pescado y el aguacate son fuentes de grasa buena, excelente para nuestro cuerpo. Eso sí, ¡con moderación!
2. Sustituir los lácteos con leche de almendras
Cuando piensas en leche, piensas en vacas. Sin embargo, en la actualidad diversos tipos de lácteos han ganado bastante popularidad. Entre ellas, la leche de almendras.
La semilla de almendra es una excelente fuente de proteínas, y la leche que viene de ella se caracteriza por un sabor sutil y un considerablemente bajo contenido graso. Entonces, ¿cuál es el problema? Al procesar la semilla para convertirla en leche, tan sólo prevalece un 2% del contenido de las almendras, y casi ninguna proteína.
Así que, si necesitas sustituir la leche de vaca de tu dieta, te sugerimos buscar otras opciones: la leche de soya, descremada o la baja en grasa, son de las mejores.
3. Preparar zumos
¿Alguna vez te has preguntado por qué tomar un zumo no te hace sentir tan satisfecho como comer la fruta entera? No, no es una cuestión de porciones. De hecho, cuando te bebes un jugo, pese a que parezca menos, consumes más cantidad de fruta de la que usualmente sueles trocear en un bol.
Resulta que, a la hora de comer frutas, la licuadora es la peor enemiga. Al convertir frutas o verduras en jugo, se pierde una gran parte de la fibra contenida, nutriente clave para mantenerte saciado hasta tu siguiente comida.
Lo que sí conservas en su totalidad es el azúcar. A corto plazo, una dieta alta en azúcar y baja en proteínas significa tener más hambre, cambios de humor y bajo rendimiento energético. A largo plazo incluso puedes perder masa muscular, ya que ésta depende de la proteína.
4. Comer sólo la clara en lugar de todo el huevo
Durante muchos años se ha mantenido la creencia de que consumir huevos puede elevar de forma exagerada los niveles de colesterol en el cuerpo. Por esa razón, era común escuchar entre dietistas y otros expertos del campo de la nutrición la recomendación de evitar el consumo de yema de huevo.
Sin embargo, os traemos buenas nuevas a los que estáis hartos de comer solamente la clara del huevo: tras diversos estudios, se logró comprobar que el colesterol contenido en los alimentos no afecta de forma significativa el colesterol en la sangre. Así que, a menos de que tengas el colesterol excesivamente alto, puedes volver a darle color a tu vida y a tus huevos.
5. Tomar multivitamínicos
El cuerpo humano requiere de cierta cantidad de vitaminas A, C y E para realizar la mayoría de los procesos biológicos regulares, como la conversión de los alimentos a energía. De no darse estos procesos, los riesgos de raquitismo o escorbuto son evidentes. Sin embargo, ¿es necesario acceder a estas vitaminas a través de píldoras?
La respuesta es simple: para nada. Con una dieta sana y balanceada, se pueden obtener mucho más de la cantidad mínima de vitaminas que el cuerpo necesita para funcionar de forma óptima.
6. No crujir tus nudillos
¿Cuántas veces tu madre te regañó por crujir tus nudillos? Aprovecha esta oportunidad para demostrarle que estaba equivocada.
Tras diversos estudios, se estableció la teoría de que poder tronar tus nudillos señala que, entre otras cosas, tus articulaciones están bien lubricadas. Por otro lado, no ser capaz de hacerlo existe la posibilidad de que necesites una revisión médica, ya que podría ser síntoma de un problema relacionado a los ligamentos y articulaciones.
7. Hacer dietas de desintoxicación
A menos que hayas sido envenenado, no necesitas una dieta de desintoxicación. Nadie, de hecho, las necesita. A veces hace falta que confiemos un poco más en la perfección de la naturaleza, pues por sí solo el cuerpo puede filtrar la mayoría de las sustancias nocivas que comemos a través del hígado y los riñones.
Mientras nuestros riñones filtran nuestra sangre y eliminan cualquier desperdicio, nuestro hígado procesa medicamentos y desintoxican cualquier producto químico que ingerimos. Emparejados, estos órganos hacen que nuestro cuerpo sea el más poderoso purificador.
8. Guiarte del IMC para comprobar que tu peso es saludable
La primera vez que fuiste al gimnasio, o incluso en tu más reciente visita al doctor, seguramente te habrán pesado en una balanza y tomado medidas. No, no se trata de que el médico quiera regalarte una pieza de ropa a la medida. Tras unos cuantos cálculos, lo más probable es que haya puesto ante ti una tabla de índice de masa corporal (IMC).
Esta tabla busca, a través de la aproximación estadística, calcular el porcentaje de músculo que tiene tu cuerpo. La fórmula, inventada en la década de 1830, pese a que hoy en día continua siendo una referencia importante, cuenta con dos problemas significativos para su cálculo: no sólo ignora la cantidad de grasa corporal que tu cuerpo carga, sino además la que se encuentra alrededor de la cintura. Esta última, bajo ciertas condiciones, puede propiciar enfermedades del corazón o hasta diabetes tipo 2.
9. Usar gel antibacterial
Puede que sean prácticos y vengan con olores deliciosos, pero los antibacteriales nunca le ganarán a una buena barra de jabón y abundante agua.
Organismos como los norovirus, por ejemplo, son inmunes al gel antibacterial. Además, usarlo en exceso puede llegar a resecar la piel de las manos.
10. Tomar vitaminas en exceso para evitar un resfriado
Ciertamente un poco de vitamina C puede lograr que te repongas de ese corto resfriado y asistas a esa fiesta que tanto esperabas, pero pensar que multiplicar la dosis de forma arbitraria puede curarte más rápido o protegerte más eficientemente es una verdadera locura. Sólo lograrás enfermarte más.
El límite diario recomendado de vitamina C para los adultos es tan sólo de 2000 mg al día o menos, y quienes lo sobrepasan quedan expuestos a la posibilidad de enfrentar diarrea, náuseas, vómitos, ardor de estómago, dolores de cabeza y otros efectos secundarios.
Referencias
- Brodwin, Erin. 18 ‘healthy habits’ you should give up in 2017. Para Bussines Insider. [Revisado en enero de 2017].