A lo largo de los años he estado devorando barritas energéticas como si se fuesen a extinguir al día siguiente. Sin embargo, aunque estas barritas son sustanciosas y deliciosas, no puedo evitar preguntarme a mí misma si he estado comiendo algo verdaderamente sano.
Parte de todos entrenadores profesionales es constituir un ejemplo para clientes, así como llevarlos por el camino de una nutrición adecuada. Muchos dentro de nuestra industria son muy rápidos a la hora de agarrar cualquier oportunidad para hacer dinero, de modo que venden a sus consumidores aquello que quieren escuchar: “Claro que puedes tomar también tarta”. En mi opinión, las barritas energéticas son parte de ese paradigma.
No siempre es fácil decirle a tus clientes verdades duras. En ocasiones puede ser complicado vender a tus clientes que efectivamente el trabajo duro conlleva resultados. Sin embargo, sabemos que esto es una absoluta verdad tanto dentro del ámbito de la alimentación y el peso como en el ámbito del entrenamiento. Aun así, es muy difícil que tu cliente quiera escuchar que efectivamente, “debes tomar verduras”. Y aquí es cuando las aguas comienzan a ponerse un poco turbias.
Las barritas “funcionan”, ¿pero son saludables?
Muchos de nosotros en el ámbito del entrenamiento confiamos en las barritas energéticas como una fuente de energía, tanto personalmente como profesionalmente. Tomamos estas barritas para revitalizar e impulsar nuestros entrenamientos o como sustitutivos de comida, y así es como se lo vendemos a nuestros clientes. De hecho, las barritas energéticas pueden ser efectivas en ese sentido, dado que proporcionan una rápida y conveniente energía justo en el momento en que lo necesitamos. Dios sabe que me he tomado cientos, si no miles, a lo largo de los últimos veinte años. Ciertamente me han ayudado a superar el día, mis entrenamientos y largas vueltas en bicicleta. Además, lo normal es que incluso tengan buen sabor.
Pero la pregunta no es si las barritas energéticas funcionan, sino si acaso son buenas para nosotros. Por tanto, hay una ligera pero importante diferencia aquí. Nuestro trabajo en el mundo del deporte y entrenamiento es aportar resultados, pero lo que yo pienso es que nuestro trabajo no es simplemente vender aquello que “funciona” en aras de obtener determinados resultados, sino aquello que es veraz y saludable.
¿Qué dicen los expertos?
El padre de la medicina occidental, Hipócrates, decía que teníamos que dejar que la comida fuese nuestra medicina. En esencia, él era de aquellos que sostienen que los cimientos de la salud y el bienestar comienzan con lo que comemos. Muchos de los nuevos expertos en alimentación, tal como Michael Pollan o Andrew Weil, dicen lo mismo: la comida es nuestra medicina y nosotros, como una sociedad colectiva, estamos fracasando miserablemente. El problema es, en resumen, la comida empaquetada y procesada.
El problema con las barras energéticas
En su excelente libro Fat Chance, el doctor Robert Lustig mostró que el verdadero culpable de la epidemia de obesidad es el azúcar. Nada ha traído al azúcar más rápido a la dieta americana que la comida empaquetada y procesada. Las barritas energéticas, desde luego con alguna excepción, son parte de este fenómeno, en la medida que normalmente contienen una abundante cantidad de azúcares añadidos.
Lo cierto es que los azúcares añadidos dentro de nuestro cuerpo aumentan la cantidad de insulina en nuestra sangre. Con ello, nuestro cuerpo pasa a ser cada vez más resistente a la insulina, lo que conlleva aumento de peso. Así, los estudios demuestran que cuando tomamos alimentos cargados con azúcares añadidos, la respuesta de insulina de nuestro cuerpo es mayor. Otro estudio demostró que cuando comemos comida procesada en comparación con comida saludable con los mismos nutrientes, la respuesta de insulina era mayor en un 70%.
Pero la cosa no acaba aquí. El azúcar no solo conlleva aumento de peso, sino que afecta peligrosamente a nuestra salud. Así, en el libro Fat Chance, Lustig señaló que mientras que la obesidad desde luego que está relacionada con los problemas de salud, no es la única causa. Puedes estar en forma o aparentarlo, pero además estar enfermo.
La verdadera comida es mejor
La comida de verdad requiere más tiempo para ser metabolizada por nuestro cuerpo, de modo que quemamos más calorías en ese proceso, lo cual es algo bueno. De acuerdo con un reciente estudio alimenticio, se necesita un 50% más de tiempo para digerir “comida de verdad” en comparación con la comida procesada. El hecho de requerir más tiempo de digestión supone quemar más calorías en ese proceso, pero no solo eso, sino que además nuestro cuerpo metaboliza más enzimas y micronutrientes en ese proceso.
Los estudios también demuestran que consumir comida de verdad afecta a nuestro humor y estado de humor positivamente. Así, dos estudios demostraron que tomar una dieta saludable con vegetales, fruta, carne, pescado así como hidratos, conlleva una menor probabilidad de sufrir depresión frente a aquellos que consumen una dieta protagonizada por comidas procesadas. Es verdaderamente sorprendente que comer alimentos saludables pueda hacer que seamos personas no solo más sanas, sino más felices, ¿no?
Las barritas no son la solución
En definitiva podríamos decir que las barras energéticas son parte del problema, no la solución. Es cierto que no son malas para nosotros en relación a nuestra capacidad a la hora de entrenar; de hecho, algunas pueden llegar a ayudarnos a la hora de mejorar nuestro desempeño en el corto plazo. Además, las barras energéticas no van a hacer que nos dé un patatús. Por el contrario, las barras energéticas son malas porque nos mandan un mensaje equivocado, el mensaje de que la comida procesada y empaquetada pueda ser saludable y parte de la solución.
Las barritas son simplemente una alternativa más saludable a otros tipos de comida procesada. En este sentido, podríamos equipararlos a los cigarrillos electrónicos en comparación con los cigarrillos corrientes: son una distracción a que el acto de fumar es verdaderamente malo para nosotros. Por tanto, ha llegado el momento de que nosotros, como sociedad, rechacemos las comidas procesadas, las comidas que vienen en una caja y las comidas con azúcares añadidos.
Referencias
- Eric C. Stevens, Why Fitness Professionals Shouldn’t Eat (or Sell) Energy Bars. Para Breaking Muscle [Traducido en Septiembre de 2015].
- Robert Lustig, Fat Chance (USA, Hudson Street Press, 2012).
- G Oettle, M. Pauline, et al. “Glucose and Insulin Responses to Manufactured and Whole-Food Snacks.” American Journal of Clinical Nutrition (1987): 45, 86-91.
- Barr and Wright “Post-Prandial energy expenditure in whole-food and processed-food meals; implications for daily energy expenditure,” Food & Nutrition Research(2010): 54.
- Akbaraly, T., Brunner, E., et al. “Dietary Pattern and Depressive Symptoms in Middle Age,” British Journal of Psychiatry (2009): 195, 408-413.