4 alimentos diarios que podrían matarte

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Hoy en día, una considerable parte de la población es víctima de enfermedades generadas a partir de estilos de vida inadecuados. Algunos ejemplos de estas patologías son la diabetes de tipo II, el desarrollo de problemas cardiovasculares, la obesidad… etc.

Si bien es cierto que hay una gran influencia genética y cultural, muchos de estos problemas se pueden evitar a partir de una alimentación sana. Aquí te presentamos cuatro componentes de los alimentos y alimentos en sí muy comunes que quizá creías sanos, pero que se llevaron por delante a 15 millones de personas solo en 2011.

1. Jarabe de maíz de alta fructosa y jarabe de azúcar

El azúcar es un alimento muy poco nutritivo, ya que supone una fuente excesivamente alta de calorías en relación a los minerales y vitaminas que contiene.

Eso no es todo; además, todo nuestro organismo es capaz de procesar la glucosa, pero solo el hígado es capaz de metabolizar esa fructosa. La fructosa es un azúcar que si se añade en cantidades pequeñas, como es el caso de las frutas, se puede usar sin ninguna dificultad. El problema viene cuando la fructosa satura el hígado. Además, esa fructosa debe transformarse en grasa, la cual es muy probable que lleve a las enfermedades mencionadas previamente.

Por si fuera poco, la fructosa es incapaz de disminuir la ghrelina; la hormona que controla el hambre y nos “avisa” si nuestro organismo detecta que necesitamos comer, por lo que la saciedad que provoca la fructosa deja que desear.

2. Grasas trans

grasas trans

Estas grasas son de tipo insaturadas y son modificadas generalmente para aportar mejores propiedades al alimento en cuanto a aroma y sabor. Además, retrasan el enranciamiento de los alimentos y la modificación a la que son sometidas les permite ser sólidas a temperatura ambiente.

Una cantidad superior al 2% de la energía diaria proveniente de este tipo de grasas está asociada con un aumento del 23% de riesgo cardiovascular. Esto se produce no solamente porque las grasas trans pueden aumentar el colesterol “malo”, sino porque además son capaces de disminuir el “bueno”. Por si esto fuera poco, su consumo en exceso puede llevar a desarrollar desde distintos tipos de cáncer hasta Alzheimer.

Aunque las podemos encontrar tanto en la carne de rumiantes (por un proceso bioquímico que se produce en el rumen) como en los productos de bollería industrial, es esta última la que debe preocuparnos, ya que se encuentra en mayores cantidades, y se han realizado ciertos estudios que comprueban que las grasas trans de los animales rumiantes no son nocivas.

3. Aceites industriales vegetales de semillas

Para empezar, debemos destacar que estos aceites generalmente son muy refinados, y hemos de tener en cuenta que un aceite virgen siempre tendrá mejores propiedades saludables que uno refinado.

Uno de los problemas que suponen estos aceites es su alto contenido de ácidos grasos omega-6. Es cierto que consumir este tipo de ácidos es esencial, pero si la proporción de omega-6 en relación a los omega-3 que ingerimos es excesivamente alta tendremos un grave problema, ya que su consumo excesivo está asociado a una mayor cantidad de ataques cardíacos, obesidad, trastornos anímicos y ciertos cánceres, entre otras patologías.

Además un estudio de aceites vegetales en venta en Estados Unidos descubrió que hasta un 4,2% de los ácidos grasos que posee son de tipo trans.

Recordemos, de todas formas, que esto no abarca al aceite de oliva ni al de coco, y que estos dos tienen una gran cantidad de beneficios en nuestra salud.

4. El trigo integral

Trigo integral

Por lo general, se le suele considerar como una comida sana, pero la verdad es que existen ciertos matices.

El trigo integral posee grandes cantidades de gluten, un conjunto de proteínas que los organismos de las personas celíacas son incapaces de tolerar, pero no solo eso, sino que también pueden generar síntomas en personas con sensibilidad al gluten como dolor del tracto digestivo y cansancio, entre otros.

Además, disminuye la impermeabilidad del intestino, de modo que sustancias potencialmente dañinas pueden penetrar al interior y filtrarse finalmente a la sangre.

Conclusión

Es cierto que una dieta sana no impide el consumo de ningún alimento, pero el conocimiento sobre lo que ingerimos es indispensable si buscamos un estado de salud óptimo. Por eso debemos ser conscientes de que no todo lo que se nos vende como saludable lo es realmente y adoptar una actitud crítica ante la publicidad engañosa de algunos productos de calidad cuestionable.

Referencias

  • Kris Gunnars, 4 Common Foods That Kill 15 Million People Per Year, para Authority Nutrition [Revisado en octubre de 2015]
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